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El Stand Up de Kristof: un belga en Buenos Aires

Kristof Micholt: un belga en Buenos Aires

¿De qué trata?

MI HISTORIA EN EL STAND UP 

Soy Kristof Micholt y quiero contarte cómo fue mi camino por el Stand Up. Obviamente el tuyo será diferente, pero ojalá el mío te pueda dar ideas, coraje y tal vez hasta inspiración. ¡Descubre nuestra Escuela de Stand Up Club!

 

Comienzo en el stand up 

Primero te cuento por qué vivo en Argentina, porque es la pregunta que me hacen siempre. Yo vine a Argentina en el 2002. Fue por un intercambio de estudios en la Facultad de Derecho en la UBA. 

El intercambio era de cuatro meses y mi idea era viajar por el mundo después. Pero conocí una chica, me quedé un año y medio en Argentina y después de unas idas y vueltas, me casé y me instalé en Buenos Aires. 

Trabajé siete años en turismo, organizando viajes para belgas en Argentina. A principios de 2009, me divorcié y por casualidad, o no, poco después me anoté en un curso de Stand Up. Tenía veintinueve años y la verdad es que hasta entonces nunca había pensado en hacer Stand Up. Ser comediante no era un sueño para mí. 

Descubriendo el Stand Up

Es más, ni siquiera era un consumidor de Stand Up. Recién cuando me anoté en el curso, comencé a ver shows en vivo. Me anoté principalmente porque quería perder el miedo a hablar en público. Hoy en día, no lo perdí del todo pero sigo haciendo Stand Up. 

Aparte de organizar viajes, también guiaba city tours por Buenos Aires y me sentía muy nervioso cuando era un grupo grande. Pensaba que el Stand Up me iba a ayudar con eso y la verdad es que sí. Una vez que aprendí a manejar la presión de hacer reír a un grupo de conocidos, hablar en público ya no era algo que me preocupaba demasiado. Además, había otra razón por la que el Stand Up me daba curiosidad. 

Unos meses antes, había dado un discurso en la fiesta de casamiento de mi mejor amigo. Le había puesto bastante humor. Sufrí mucho por los nervios (no solo esa noche, sino desde días anteriores), pero salió bien: la gente se rió y lo disfruté. Unas semanas después estaba viajando en colectivo y vi una publicidad para un curso de Stand Up pegado en un árbol. Y me anoté. 

La Muestra de Stand Up

Para la segunda clase del curso, la profesora nos había pedido llevar algo escrito: un chiste, una historia o alguna anécdota graciosa. Yo escribí sobre algo que siempre me había llamado la atención en Argentina: estas personas, en general chicas jóvenes, que cuando sube una anciana al colectivo, gritan pidiendo un asiento. Nunca había visto algo así en Bélgica ni en otro país. Me parece una actitud genial. Hablé de eso en el escenario. Fue una historia larguísima, pero al final se rieron. 

 

Una increible sensación

La sensación fue increíble. Disfruté muchísimo haber escrito algo sobre mi propia vida y que se hayan reído con eso. En ese momento, supe que quería hacer reír, que quería hacer Stand Up y dedicarme a eso. 

De todos modos, yo no se lo dije a nadie porque ya había tenido muchos sueños: ser abogado, psicólogo, instructor de buceo, tener un bar de cerveza belga… y cada vez había resultado en nada. Porque se me pasaba el entusiasmo, porque la idea me atraía más que el hecho de hacerlo) y había aburrido a muchísima gente con mi entusiasmo por algún plan que meses después desaparecía. 

Lo bueno era que esta vez la idea de cómo podía ser algo no era un simple enamoramiento. Esta vez lo hice, escribí y actué un chiste, y después nació el sueño.

 

El día de la muestra

Unos meses después llegó el día de la muestra. En realidad, con bastante retraso porque hubo, de por medio, gripe porcina en el mundo. Estaba muerto de nervios. Mis compañeros todavía me cuentan lo pálido que me veía. Como dije antes, siempre había sentido terror a hablar en público. 

Fue una de las razones por las cuales no quería ser abogado a pesar de tener el título: el miedo de hablar delante de un juez, fiscales, otros abogados y el público en general. Paralizado por el miedo, toda la semana anterior a la muestra no había podido pensar en otra cosa. No podía trabajar, no podía comer, no se me paraba… nah, chiste, siempre puedo comer. 

Después de decir mi primer chiste, hubo un silencio de uno a dos segundos… ¡y el público estalló, por suerte!

Salió genial y terminé mi monólogo con el chiste sobre la chica y la anciana en el colectivo (que de una historia de una hoja entera, se había transformado en un chiste de tres reglones).

 

 

¡Conquista el escenario con risas! 

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Estados Unidos y Judy Carter

 

Hice la muestra en el mes de diciembre de 2009. Como en esta época no había mucha posibilidad de actuar en los meses de verano en Buenos Aires, decidí viajar a Estados Unidos para hacer un curso con la famosa maestra del Stand Up: Judy Carter.

Se la consideraba la mejor. Fue bastante decepcionante, principalmente porque ella no dio el curso entero, solo una clase de siete. Por suerte, esta clase sí fue muy buena (fue la cuarta clase).

Con ella, cada alumno tenía diez minutos: cinco para decir el monólogo y cinco para que ella haga su devolución. Hasta ese día, me había sentido bastante perdido. Estaba probando de todo y no me funcionaba casi nada.  

Un error

Mi error fue no haber querido hablar sobre ser belga y, por ende, extranjero porque ya había hablado de eso en la muestra en Argentina. Ella me puso los puntos, me dijo: 

“Tenés que hablar de Bélgica, contar por qué estás en Los Ángeles y por qué vivís en Argentina. La gente escucha un acento extraño. Hay que explicarlo. De lo contrario, no te prestarán atención”. Le hice caso y mejoré bastante.

No hice la muestra con los demás alumnos. Por alguna razón, se pospuso la fecha hasta después de mi viaje de vuelta a Buenos Aires. No podía cambiar la fecha y Judy arregló que yo actuara en un show un sábado a la noche en The Improv. 

 

Mi Show de Stand Up en The Improv

Nuevamente, sufrí mucho porque estaba nervioso, pero por suerte mi ignorancia sobre algunas cosas hizo que no lo pasara peor. Por ejemplo, no me dijeron que era un show profesional (solo me di cuenta cuando llegué ahí y vi que la gente estaba pagando una entrada). 

Encima, me mandaron en primer lugar, por suerte yo aún no sabía que ese era el lugar más difícil en un show. Actué para una sala casi llena y salió bien. Hasta el día de hoy, es una de las funciones que más recuerdo. 

Open mic en el barrio de North Hollywood

Me hizo bien, especialmente porque unos días antes había tenido una de mis peores experiencias. Había ido a un open mic en el barrio de North Hollywood. 

Tuve que pagar cinco dólares para participar y lo hice, junto a veintitrés comediantes más. Solo había una persona en el público. No te daban el orden de los comediantes, sacaban los nombres aleatoriamente cada vez que tenía que subir alguien, y cada vez que hacían el sorteo mis nervios daban un salto.

Pasé anteúltimo, ya estaba cansadísimo de tantos nervios y encima tuve que actuar para dos personas, porque cada vez que un comediante había actuado, se iba. Si en ese momento no hubiese tenido la buena experiencia de la muestra en Buenos Aires, tal vez no subía nunca más a un escenario.

 

Un año en Argentina

Al final el balance de mi viaje a Estados Unidos fue positivo. Volví con un poco más de experiencia y confianza a Argentina, donde me seguí formando y actué sin parar durante un año. 

Llegué a hacer casi ochenta funciones durante el 2010 y terminé haciendo un unipersonal para amigos y conocidos. Al final de ese año, decidí volver a Bélgica, en parte por razones personales y en parte porque quería probar Stand Up ahí. 

En mi país, había comediantes que se estaban haciendo famosos solo por hacer Stand Up, algo que todavía no pasaba en Argentina.

En Buenos Aires me iba tan bien que pensé que en poco tiempo iba a ser el Seinfeld de Bélgica, pero la realidad fue otra.

Bélgica, Holanda e Inglaterra

 

Vuelta a la madre patria

Volví a Bélgica con la firme intención de vivir del Stand Up lo antes posible. La primera vez que actué allí fue horrible. Actué en el open mic del club de comedia más importante, The Joker, en Amberes. 

Podía hacer siete minutos y creo que me bajé después de cinco. Obtuve una sonrisa, mucho silencio y un par de toses bastante incómodas. Fue una desilusión tremenda. Pero seguí, más que nada por mis experiencias en Argentina que me daban la convicción de que podía hacer reír.

Como no había tantos shows en Bélgica, también viajaba a Holanda e Inglaterra para actuar. En estos países no me iba tan mal. Se notaba que tener la mirada del extranjero me ayudaba bastante.

 

Sin terminar de acostumbrarme

Pasé tres años en Bélgica recorriendo el circuito de los open mic. La verdad es que no la pasé bien. En el escenario a veces me iba bien, a veces me iba mal, y a veces más o menos. El tema era que tampoco la pasaba bien en el plano personal. Socialmente, era un caso aparte.

 Cuando alguien en Bélgica a los veinte años persigue el sueño de vivir del arte, es algo simpático. A los treinta años, con un título de abogado encima, ya pasaba a ser un rarito. Además, no me acostumbraba a vivir de vuelta en Bélgica. Era el típico caso de alguien que había vivido años en otro país y ya no se sentía en casa en ningún lado.

Añorando Buenos Aires

Entonces, cuando un compañero de curso en Buenos Aires me contó que estaba viviendo del Stand Up en Argentina, pensé: «Si él puede, yo también». Sentía que me faltaban cinco años para poder vivir del Stand Up en Bélgica, así que decidí volver a Argentina. Por suerte, fue una buena decisión.

Al mirar hacia atrás, creo que mi gran error en Bélgica fue querer hablar demasiado de mi vida en Argentina. Pensé que era lo que me hacía diferente de los demás comediantes, pero no era algo que interesaba demasiado al público. 

Es como cuando alguien te dice que vivió en Ucrania por siete años, vas a querer saber un par de cosas sobre su vida ahí pero no que hable una hora de eso. Porque no conocés el país, no sabés cómo es vivir ahí, en definitiva, no te interesa porque nada tiene que ver con tu vida. 

Y una de las cosas que más nos gusta como público es poder identificarnos con lo que cuenta el comediante. También, me faltaba conexión con el público belga. Sentía que no compartía las mismas inquietudes y problemas, supongo por haber vivido tanto tiempo afuera.

¿Sabes que también tenemos un show de parejas desternillante?

Muchas personas descubren Stand Up Club cansadas del típico teatro de stand up de parejas paseo la plaza.

Las entradas se agotan muy rápido porque el que viene, repite. Y siempre recomiendan el show a sus amigos y familiares.

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Vuelta a Argentina

Volví a Argentina a principios del 2014 y comencé a vivir del Stand Up. Mi primera participación en Bendita TV me dio un empujón importante, y el primer año viví principalmente de eventos (shows en cumpleaños, casamientos, empresas).

 
En septiembre de ese año, estrené mi unipersonal Un belga en Argentina, todos los jueves en el Paseo la Plaza. Un par de meses después, Tato Broda me propuso formar parte del show FURIA Stand Up. Crecimos juntos y, un año después, podíamos decir que vivíamos del Stand Up. 

Teníamos hasta cinco shows por semana y, aparte de ser comediantes, nos convertimos en productores, remándola bien desde abajo (hasta volanteábamos al principio). Fue la primera vez en mi vida que sentí que vivía de algo que realmente me gustaba hacer.


Trabajé dos años en el Paseo la Plaza. En ese período, volví a actuar en Bendita TV y participé en Ciudad Emergente. En 2016, me abrí del Paseo la Plaza. Es un lugar genial para sumar experiencia pero el trato de los dueños de los teatros no era el mejor. 

Comencé a producir shows en Zona Oeste, asociándome con un amigo que ya tenía un proyecto andando allí, y arranqué como profesor de cursos (ya había trabajado como asistente en varios). En esa época, grabé para Comedy Central.

Stand Up Club: show, libros y escuela de Stand Up.

 

En 2018, abrí mi propio club de comedia: Stand Up Club.

Desde el principio, me llamó la atención que siempre me iba mejor en ciertos lugares (más allá de que como comediante uno puede tener un mejor o peor día). Me fascinaba que las risas no solo tuvieran que ver con tener buen material y ser buen comediante. 

Otros factores influían también: la sala, la comodidad, la ubicación de las sillas y mesas (mirando al escenario o no), que el sonido te permitiera escuchar bien, que la iluminación te dejara ver la cara del comediante, la ausencia de distracciones (televisores prendidos, baños cerca del escenario). Todo formaba parte de un buen show.

Así fue surgiendo mi idea de abrir mi propio club de comedia. Se convirtió en un sueño y tuve un empujón muy fuerte en agosto de 2015, cuando estaba en París con mi novia Marina, delante del portón de un teatrito llamado Le Bout. Tenía capacidad para cuarenta personas y aparte funcionaba como escuela de humor. Compramos dos entradas e ingresamos. La salita estaba repleta. 

En busca del local perfecto: Parana 1021

Había un clima hermoso, íntimo. Por el idioma, ella no pudo entender mucho del show pero pudo sentir el ambiente que se generaba ahí adentro. Salimos de la función y le dije: “Esto es lo que quiero: un pequeño club de comedia, cálido y acogedor”. Y me respondió: “¡Tenemos que hacerlo!”.

Comencé a buscar un local en Buenos Aires. En el camino, aprendí conceptos totalmente nuevos como teatro independiente, habilitación, zonificación. Un día, encontré el local en un subsuelo en la calle Paraná. 

¡Me llevó cuatro años dar con el lugar que cumplía con todos los requisitos! 

A partir de ese día, empezaron a entrar en nuestra vida personajes tales como habilitadores, arquitectos, albañiles… gente que se manejaba con otros calendarios (como los años de los perros, en los que un día de ellos son siete tuyos). 

Pero, finalmente, abrimos Stand Up Club. Después de ocho meses de obra y cuatro años de búsqueda, el sueño se hizo realidad.

Libros de Stand Up

La tardanza de las obras me dio tiempo para terminar mi primer libro de Stand Up: Manual de Stand Up. En primer lugar, lo había pensado como una guía para mis alumnos. Pero el contenido se fue extendiendo, hasta que nació la idea de un libro. Se publicó en 2018 y fue el antecesor de este libro que tenés en las manos, Manual de Stand Up I.

Los libros son el resultado de mis experiencias en diferentes países y de mis diferentes roles dentro del Stand Up: comediante, profesor y productor.

 

Hoy

Ya pasaron diez años y más de mil shows, sin embargo todavía me pongo nervioso antes de actuar (por suerte solo dos minutos antes y no una semana) y sigo pensando y sintiendo lo mismo: ¡hacer reír es lo más lindo que hay!

A partir de mi propia experiencia, y después de haber enseñado Stand Up a decenas de alumnos, sé que el talento es solo un diez por ciento. 

No te puedo garantizar que te vas a convertir en un comediante famoso y millonario, pero cualquiera que realmente quiere y hace el camino correcto, puede aprender las técnicas y herramientas de escritura y actuación del Stand Up y alcanzar el nivel de un headliner (el comediante que cierra) de un show profesional de Stand Up.

¿De qué trata?

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