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Diferencias Culturales

¿De qué trata?

El Belga Kristof y las Diferencias Culturales entre Argentina y Bélgica

Cuando tirás un cumplido en Bélgica, te podés llevar una sorpresa. Durante mi última cita en Bélgica, ella de repente me dice: «Odio los cumplidos.» ¿Qué piensan los hombres? ¿Que me voy a acostar con él por decir que tengo lindos ojos? Glup. Era exactamente lo que yo tenía pensado hacer. Me trago los cumplidos que tenía pensado decirle. Entonces, ¿cómo hice para conquistarla? Sabés que no sé. Lo único que me acuerdo es que tomamos mucha cerveza.

Con respecto al sexo, para mí las belgas son muy diferentes a las argentinas. Mi última novia antes de venir a Argentina se había ido a estudiar a Londres. Dos meses después, fui a visitarla. Tomé el Eurotunnel, ese tren que va debajo del agua, no? Y ella me esperaba en la estación de San Pancras, allá en Londres. ¡Qué romántico, ¿no?! Después de un hermoso beso, me pregunta: «¿Adónde querés ir primero?» Le dije: «¡Al hotel!» Su cara se transformó. Viendo su disgusto, rápido la piloteé y le dije: «¡Es un chiste! ¿Vamos a… no sé, ¿a Covent Garden, querés?». En Argentina viviría situaciones similares pero con resultados muy diferentes.

En Argentina, los cumplidos y las interacciones sociales son un mundo aparte. La gente es más abierta y receptiva. Si le decís a una argentina que tiene lindos ojos, probablemente te lo agradezca con una sonrisa. La espontaneidad y el calor humano son características que hacen que las relaciones en Argentina sean más fluidas y menos estructuradas que en Bélgica. Esto no quiere decir que sea fácil, pero definitivamente es diferente y más relajado.

Antes de venir a Argentina yo me vacuné contra la malaria y la fiebre amarilla, para Buenos Aires totalmente al pedo. Mi vieja me había dicho de ir al médico antes de venir a Argentina. Le pregunté: «¿Para qué?». Y así te da las vacunas. «¿Qué vacunas?» «Y para la jungla.» «¿Qué jungla? Creo que no hay jungla en Buenos Aires.» Y mi vieja me dice: «Mirá, Kristof, consulté con el médico y me dijo que tenés que vacunarte. Así que andá vacunate.» Se ve que el médico tampoco sabía mucho sobre Buenos Aires o quería cobrar.

Esta anécdota refleja una de las diferencias culturales más notables que experimenté al llegar a Argentina. La percepción que se tiene del país desde el exterior puede estar llena de estereotipos y malentendidos. No hay junglas en Buenos Aires, pero la ciudad tiene su propia «selva» urbana: un lugar vibrante y dinámico, lleno de vida y de contrastes.

Cuando finalmente llegué a Buenos Aires, todo cambió. La energía de la ciudad me atrapó desde el primer momento. La vida en Buenos Aires es una experiencia sensorial completa: el bullicio constante, los aromas de la comida callejera, la música en cada esquina. A diferencia de la estructurada vida en Bélgica, Buenos Aires es un lugar donde la improvisación y la espontaneidad son la norma.

Me encontré con muchas situaciones que en Bélgica serían impensables. Por ejemplo, el ritual del mate. En Bélgica, compartir una bebida de esta manera sería considerado poco higiénico, pero en Argentina es una muestra de confianza y amistad. Aceptar el mate es aceptar la cultura y las costumbres locales.

Otra diferencia significativa es el concepto de tiempo. En Bélgica, la puntualidad es esencial. Cada minuto cuenta y llegar tarde se considera una falta de respeto. En Argentina, el tiempo tiene una flexibilidad diferente. Las reuniones y encuentros sociales pueden empezar más tarde de lo planeado, y nadie se altera demasiado por ello. Aprender a navegar esta diferencia fue un desafío, pero también una lección de paciencia y adaptación.

La vida nocturna en Buenos Aires es otro aspecto que me sorprendió. En Bélgica, las salidas suelen ser más estructuradas y terminan temprano. En Buenos Aires, la noche apenas comienza después de la medianoche. Los bares y clubes se llenan de gente joven, y las fiestas pueden durar hasta el amanecer. Esta diferencia cultural me mostró una nueva forma de socializar y disfrutar de la vida nocturna.

El fútbol también es una pasión que se vive de manera diferente en Argentina. En Bélgica, el fútbol es popular, pero en Argentina es casi una religión. Los estadios vibran con la pasión de los hinchas, y cada partido es una celebración de identidad y orgullo nacional. Asistir a un partido de fútbol en Argentina fue una de las experiencias más emocionantes de mi vida. La intensidad y el fervor de los aficionados son incomparables.

En resumen, vivir en Argentina me ha enseñado a apreciar y adaptarme a las diferencias culturales. El Belga Kristof, como me llaman aquí, ha aprendido a navegar entre dos mundos, tomando lo mejor de cada cultura. Argentina me ha dado la oportunidad de crecer y aprender, no solo como persona sino también como profesional.

A través de mis experiencias, he descubierto que las diferencias culturales no son barreras, sino puentes que nos conectan y nos enriquecen. Cada día en Argentina es una nueva aventura, una oportunidad de descubrir algo nuevo y de compartir mi propia cultura con los demás. Si alguna vez tenés la oportunidad de visitar este increíble país, te animo a hacerlo. La riqueza de sus diferencias culturales te sorprenderá y te inspirará.

El Belga Kristof

Soy el dueño de Stand Up Club, soy comediante y doy clases de Stand Up. Vivo en Argentina hace casi 20 años.

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No sé si viviré el resto de mi vida en Argentina. Hoy por hoy te diría que sí pero quién sabe que puede pasar en el futuro.

¿De qué trata?

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