¿Porqué vivo en Argentina?
Vivir en Argentina es una aventura. Yo vine a Argentina por un intercambio de estudios en la facultad de derecho allá por el año 2002, justo después de la famosa crisis del 2001, con los 5 presidentes en 11 días y De La Rúa que salió en helicóptero de la Casa Rosada. Todo eso me lo “perdí” porque llegué justo después, en marzo. Dos meses antes se había introducido el euro en la Unión Europea y llegué con el euro a 1,4 pesos. Dos meses después estaba en 3,5 y así pude vivir más tiempo en Argentina, tratando de convertirme en instructor de buceo. Con ese trabajo quería viajar por el mundo. Era el plan, pero obviamente acá en Argentina pasaron cosas…
Y sí, conocí una chica y como bien dicen acá: “Un pelo de concha tira más que una yunta de bueyes”. Con algunas idas y vueltas, estoy viviendo en Argentina hace casi 20 años. Trabajé en turismo. Tuve mi primer trabajo a 500 pesos en negro y terminé poniendo mi propia agencia de viajes que modestamente llamé Kristof Travel. Durante 7 años estuve trayendo turistas de Europa a Argentina, principalmente de Bélgica y Holanda. Así fui descubriendo las increíbles maravillas naturales que tiene Argentina: el glaciar Perito Moreno, el pueblo muy pintoresco de Ushuaia con ese clima especial, una cárcel histórica y un parque nacional hermosísimo. Estuve formándome y trabajando como instructor de buceo en Puerto Madryn.
Allí viví unos 6 meses. También fui varias veces a Bariloche, Mendoza, Salta, Jujuy, Córdoba e Iguazú. Un lugar más increíble que otro. Vi animales increíbles, bichos de todo tipo: pingüinos, ballenas, lobos marinos, ñandús… Y si hoy en día vivo en Argentina, obviamente no es por el vino, el fernet, las empanadas, la tercera o Messi. Es por la gente, y conocí a un montón de argentinos y argentinas, uno más único que el otro, pero casi todos y todas con esa pizca de argentinidad, de ganas de vivir la vida a full.
Durante mi tiempo en Argentina, además de trabajar y viajar, me integré profundamente en la cultura local. Aprendí a bailar tango, una experiencia que no solo me enseñó sobre la danza, sino también sobre la pasión y el espíritu de los argentinos. Participé en asados con amigos, donde me familiaricé con la carne asada y las interminables conversaciones que se desarrollan alrededor del fuego. Cada evento social era una oportunidad para entender mejor a la gente y sus costumbres.
Hoy en día tengo un club de comedia que se llama Stand Up Club donde cuento todas mis locuras como ‘Un Belga en Argentina’. Mi experiencia como comediante surgió de la necesidad de compartir mis vivencias y de reírme de las diferencias culturales que encontré al vivir aquí. Las historias de un belga adaptándose a la vida en Argentina siempre sacan una sonrisa, y mi objetivo es hacer que otros se rían y vean la vida con un poco más de humor.
Mis hijas, mitad belgas, mitad argentinas, son la razón principal por la que quiero quedarme aquí. No quiero que tengan que ir a vivir allá, porque allá hace frío, la gente es fría, no hay dulce de leche, el mate es carísimo y el vino chileno domina los supermercados. No les puedo hacer esto. Quiero que crezcan en un lugar donde la calidez humana es palpable, donde las relaciones son cercanas y donde puedan disfrutar de una vida llena de alegría y espontaneidad.
Además, en Argentina he encontrado una comunidad de amigos que se ha convertido en mi segunda familia. Gente que me ha apoyado en los buenos y malos momentos, que ha compartido risas y lágrimas conmigo. Este sentido de pertenencia es algo que valoro profundamente y que sé que sería difícil de encontrar en otro lugar.
Mirando hacia atrás, veo cómo cada decisión y cada giro del destino me ha llevado a este punto. Desde el euro a 1,4 pesos hasta mi aventura como instructor de buceo, y finalmente, mi vida como empresario y comediante en Buenos Aires. Cada experiencia me ha moldeado y me ha enseñado algo valioso. He aprendido a apreciar las pequeñas cosas, a disfrutar de cada momento y a enfrentar los desafíos con una sonrisa.
Argentina me ha dado mucho más de lo que jamás hubiera imaginado. No solo me ha ofrecido un hogar y una carrera, sino también una rica tapeza de experiencias y recuerdos que atesoraré para siempre. La crisis del 2001, que inicialmente parecía una tragedia, se convirtió en la puerta de entrada a una vida llena de aventuras y descubrimientos. Y por eso, siempre estaré agradecido.
El Belga Kristof
Soy el dueño de Stand Up Club, soy comediante y doy clases de Stand Up. Vivo en Argentina hace casi 20 años.